(I) El inspector Castro, acostumbrado a resolver cualquier caso por muy espinoso que resulte, se encuentra con un enigma duro de roer. Un preso ha desaparecido de su celda de modo asombroso, como si se hubiera evaporado en el aire. Han pasado dos semanas y no existe pista alguna.
(II) Al inspector Castro, siempre melancólico y a menudo desencantado con su vida, debe de lidiar con un asesinato en el Casco Viejo. Lo que jamás hubiera sospechado es que el encuentro fortuito con un muchacho lo perturbara mucho más que la muerte misma.
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(III) El inspector Castro intenta pasar una apacible mañana de sábado con su familia pero no lo consigue. Las niñas y sus preocupaciones rompen su endeble equilibrio. Decide ir a visitar al detective Pancracio, quizás él lo pueda arrancar de su abatimiento.
(VIII) Un sábado por la mañana el inspector Castro vive una experiencia insólita en su rutina, va con Beatriz y las chiquillas a un centro comercial. En un momento de soledad, apoyado en una barandilla, reflexiona y medita sobre su vida, sobre la vida en general, sobre el sentido de las cosas y sobre todo, acerca de su futuro.