¡Alguien llama! (sinopsis)
¿Quién de ustedes no ha visto quebrada su paz doméstica, sus momentos de introspección y sus dedicaciones ociosas por una llamada de teléfono o por el timbre de la puerta? Imagino que cualquiera, en mayor o menor medida, ha debido de atender con más paciencia que ganas, bien el teléfono, bien la visita.
Bajo un escudo anónimo, he pretendido camuflar a cada uno de ustedes. El protagonista de estas historias, de cuyo nombre no quiero acordarme (como diría ese escritor novel que ahora no me viene a la mente) o nunca lo he sabido, debe de lidiar con interrupciones esporádicas que lo apartan sin conmiseración de sus delectaciones y disfrutes.
Como ocurre con otros escritos procedentes de mi puño y letra, tras un tono jocoso, histriónico y espero que divertido, lanzo, de un modo nada soterrado, críticas al aire, por si alguno quiere recoger el guante (les advierto que aunque se den por aludidos, yo de duelos no quiero saber nada). Los episodios presentan variados temas muy cercanos al lector, incluso a mí, que proclamo ufano, con más frecuencia de la que debería, vivir felizmente desinformado. Es imposible que se sienta ajeno a uno solo de los capítulos, imposible.
Confiando en que esta caricatura de la vida misma sea de su agrado, no me queda más que confiar en que si es esa persona inoportuna que se dedica, bien por afición, bien por trabajo, bien por problemas de mayor calado, tales como los mentales, a llamar a las puertas, se ría un buen rato de sí misma.
Yo lo estoy haciendo mientras garabateo estas líneas. De mí, claro.