Historia que no merece ser leída

Historia que no merece ser leída

 

Esta historia es como muchos artículos de revistas y periódicos, especializados o no, como cartas enviadas por Navidad, o como los exámenes de alumnos patéticos. Leerla es perder el tiempo.

Es como determinados programas de televisión, de radio o electorales. Prestarles atención es perder el tiempo.

Es como escuchar a un político en campaña electoral, los mensajes navideños de los reyes en los países donde por desgracia todavía existan o a un testigo de Jehová en la puerta de tu casa.

Es como discutir con un agente del orden que te acaba de multar, tocar la bocina en un embotellamiento o argumentar con Hacienda.

Es como intentar hacernos creer que los tomates, todos de igual tamaño y de un rojo carmín, expuestos con geométrica perfección en el súper, son los de siempre (o incluso mejores), y que no son transgénicos.

Es como escuchar a un forofo de un equipo hablando de lo bien que jugó la Real Atlética Sociedad Deportiva Balompié de la Polinesia, como ver una retransmisión por televisión de salto de esquí, de fórmula 1, de cesta punta, de golf o de cricket.

En definitiva, perder el tiempo.

Pero, la curiosidad es una característica innata en el ser humano, y usted, querido lector, ha podido pensar que tras ese llamativo título se esconde en realidad algo digno de su atención. Por otro lado, cuanto más avanza en la lectura, más pereza le da dejarlo. Además, seguro que leído el título, se ha desplazado al final de la narración, simplemente para comprobar su longitud. Se ha convencido de que despacharla no le iba a suponer mucho esfuerzo, con lo cual ha pensado, «aunque sea una mamarrachada, nada pierdo». Y helo aquí, aproximándose cada vez más al final, línea tras línea y palabra tras palabra. Que conste que el título no engaña y que cuando acabe se va a sentir igual que antes de empezar.

Esta historia es neutra y transparente. Neutra por su vacuidad, porque no va a influir en su estado de ánimo, porque no va a despertar ningún sentimiento, ni tierno ni agresivo ni triste ni alegre. No le va a llevar a la reflexión. Y transparente porque el título habla por sí mismo. Es más, leerlo es suficiente.

Seguramente, usted, yo, cualquiera, hemos confesado alguna vez, «si escribiera lo que estoy pensando, con el tiempo me avergonzaría». Y bien, puede ser que me halle en tamaña tesitura.

Y es mejor, quiero decir, es mejor escribirlo que contárselo a alguien. Pobre de aquel que tuviera que soportar todo esto, fingiendo prestar atención, simulando interés, calculando un asentimiento de cabeza cada quince segundos. No lo podría soportar. Si me decidiera a contarle algo a alguien, no podría tolerar evidentes muestras de falta de interés. No, sería muy fuerte, o como dirían en Cataluña, molt fort (en los países anglosajones very strong, en los países árabes قوي جدا, y en Rusia no me acuerdo, pero creo que acaba en  сильный).

 

Por tanto, lo redactado y no contado de viva voz, esconde un interesante pensamiento, se me ocurre que atenuante; yo no he abordado a nadie, sino que usted me ha abordado a mí. Por tanto hay una voluntad, un interés por parte del sujeto (léase lector). Entiendo que tal circunstancia me exime de cualquier responsabilidad.

Que quede claro.

 

FIN.

Autor: Miguel Angel Salinas   

¡¡Suelta lo que llevas dentro, desahógate!!
 
                                                                
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