Pobrecito de mí
Veo crecer aquí en mi casa
la desidia y la desgana.
Todo el día en pijama,
del sofá, a la cama.
Me prometí que algún día,
cambiaría y sería,
una persona despreocupada,
que no le importa nada, nada.
Ojalá yo fuera así,
porque ahora no estaría aquí,
pensando tonterías,
distorsionando la realidad,
con sensación de impotencia,
de no poder, de no saber jamás,
qué hacer con mi vida,
con la de cosas que se me ocurren,
y ninguna me seduce
y eso me hace sentir aún peor cada vez,
y tengo ganas de salir de este agujero.
Yo solo no puedo, llámame.
Siento un dolor tan profundo,
que esta vida ya no me importa.
Necesito que alguien me ayude,
que alguien llame a mi puerta.
Pero no ocurre, nunca pasa,
lo que quiera que pensemos.
He decidido no cambiar,
no aceptar ningún consejo.
Quizás es por eso,
por lo que estoy tan solo.
Quizás soy un tonto,
quizás es solo eso, pero yo…
sé que hay algo más profundo,
que no consigo descifrar.
Porque estoy aquí en este mundo,
si no entiendo de qué va.