Mi vista, cada vez más cansada y castigada por el paso del tiempo (y sobre todo, por abusar de ella), encuentra verdaderas dificultadas en enfocar de un modo conveniente el objetivo. No consigo una imagen nítida, diáfana y legible.
En su día, escribí estos minúsculos pedacitos en plena posesión de mis facultades y sin merma de ninguno de mis sentidos. Los dejo tal cual los acabé. He abierto la caja de zapatos donde han descansado durante años y la he volcado en este lugar virtual que ustedes, con pericia y diligencia, convertirán en real.
Si me disculpan, debo de abandonarles, tengo hora con el oftalmólogo.