Esta historia, a caballo entre la realidad y la ficción, describe la vida dura de una mujer (Simona), única habitante de una aldea apartada de la mano de Dios y del hombre. Desde que sus padres murieron, y de eso hace ya veintidós años, no ha vuelto a ver a ser humano alguno. Los bienes necesarios para la subsistencia se los proporciona el entorno, la tierra, el ganado y el corral.
Un buen día aparece por la aldea una perra perdida, famélica y asustada (Caty) y, contradiciendo sus principios, la acoge. Sin apenas apercibirse, su vida va experimentando una mutación. La perra se convierte en su compañera inseparable.
Sin embargo, el verdadero giro que sufre su rutinaria existencia es el descubrimiento de una caja de mantecados repleta de secretos. Entre ellos, las fotos comprometedoras de su hermano, tumbado en un prado junto a otro muchacho, un diario, unas cartas y una llave.
Simona, en contra de su voluntad, turbada y roto su equilibrio, se ve en la obligación de bajar al pueblo por primera vez en dos décadas e intentar hallar respuestas. Joaquín, propietario de la única tienda en la localidad y conocido de la infancia, la pone en antecedentes; saca a relucir a un malvado constructor y a su hijo perturbado. Parece ser que tras de ellos se esconde un oscuro y siniestro pasado. Simona y Joaquín se proponen desenterrarlo valiéndose de los secretos de la caja.
Sin darse cuenta, Simona se ve envuelta en una espiral que la aparta cada vez más de Caty y de su aldea, de todo lo que ama, de lo único que necesita en este mundo.
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Sobre “alguien cuidará de nosotras…”.
Me ha gustado el giro que le diste. Dando vida y protagonismo a los perros, y que pudieran hablar con Simona.
Por otro lado, me hizo pensar en un deseo que “padezco” desde hace muchos años. Es el de vivir en una aldea, alejado de casi todo, pero claro, con wifi.
Mientras leía tu libro, pensaba si podría vivir en un lugar donde no hay nadie o casi nadie.
Todavía no tengo respuesta, o sí.
Yo encontré ese lugar hace tiempo. Y no logro salir…